A menudo, somos como un barco a la deriva: nuestra mente es como un mar agitado, y los pensamientos y emociones son como olas que nos arrastran sin que sepamos muy bien donde nos llevan. Pero es posible aprender a “surfear” esas olas, permitir que el mar se calme, tomar el timón de nuestro barco y decidir con libertad hacia donde queremos conducir nuestras vidas.
Nuestra tendencia habitual es estar con el piloto automático puesto: cuantas veces nos sorprendemos realizando cualquier actividad rutinaria (conduciendo al trabajo, comiendo, duchándonos, leyendo, etc.) con nuestra mente a miles de kilómetros de distancia, sin ser realmente conscientes de lo que estamos haciendo. Es como si el cuerpo estuviera haciendo una cosa mientras la mente se encuentra lejos de allí, ocupada en otros asuntos. En ese modo de funcionamiento automático de nuestra mente, estamos más expuestos a ser dirigidos por patrones de pensamientos y emociones muy trillados ya en nuestro cerebro, que se van encadenando unos a otros sin que nos demos cuenta, de un modo inconsciente, siendo muchas veces este modo automático de funcionamiento el caldo de cultivo del estrés, la ansiedad, la depresión, en definitiva, del malestar psicológico y emocional. Sin embargo, si somos más conscientes de nuestros pensamientos, emociones y sensaciones corporales en cada momento, aquí y ahora, prestándoles atención de forma intencionada, estaremos desactivando esos patrones automáticos y nos concederemos la posibilidad de una mayor libertad y elección.
Por lo tanto, uno de los objetivos fundamentales de nuestros talleres de Mindfulness en Alicante es el de aprender a relacionarnos de forma diferente con nuestros pensamientos, emociones y sensaciones, en vez de seguir con rutinas preprogramadas, automáticas y habituales que tienden a perpetuar las dificultades. Una de las mayores fuentes de estrés, ansiedad y malestar emocional es precisamente esa actividad incesante e inconsciente de la mente, la rumiación cognitiva o red neuronal por defecto, ese parloteo constante del que apenas somos conscientes. Pero no es lo mismo pensar que saber que estoy pensando: si aprendemos a observar los pensamientos y las emociones, en vez de creernos todo lo que nos dicen, se abre un camino para la calma, para el equilibrio, desde el que poder tomar decisiones con más libertad.